Hace solo unas semanas, Cádiz viajaba en el tiempo para volver a convertirse en Gades. Los exornos decorativos instalados por toda la ciudad y la completa agenda de eventos, espectáculos y exposiciones llevadas a cabo con motivo de «Cádiz Romana», nos hicieron rememorar una de las épocas más gloriosas de nuestra ciudad y nos ayudó a imaginar como vivían los habitantes de Gades. Pero desde mucho antes de esta celebración, la ciudad nos ofrece numerosos enclaves arqueológicos que pueden ayudarnos a descubrir como era la ciudad en esa época y como vivía su población. Hoy nos detenemos en uno de ellos, quizás uno de los menos conocidos: el «Testaccio haliéutico»
¿Existían los vertederos hace 2000 años?, ¿Cómo se gestionaban los residuos urbanos en la época del Imperio Romano? ¿En qué lugares de las urbes los situaban?… Éstas y muchas otras cuestiones fueron respondidas tras el hallazgo del “Testaccio haliéutico”, un vertedero fechado entre los siglos I a.C. y I d.C., hallado en 2019 en el Edificio Olivillo de Cádiz.
Éste se hallaba en una de las orillas del canal Bahía-Caleta que en aquella época dividía Cádiz en dos islas, Erytheia y Kotinoussa, y concretamente en la isla Erytheia, en una zona donde se localizaban factorías de salazón, tintorerías, fábricas de ánforas y otros edificios relacionados con la industria pesquera, a cierta distancia de la urbe gaditana, es donde se ubicaba el protagonista de nuestro post. En este lugar se fueron acumulando restos de pescado, ánforas, cerámicas y otros residuos. El vertedero formaba un montículo de unos siete metros de residuos y sería visible desde cualquier punto de la ciudad romana. En las excavaciones llevadas a cabo también se hallaron restos de la pintura mural que decoraban las paredes de dichas instalaciones.
Se trata de un hallazgo arqueológico de gran valor y aunque sea menos reconocido o espectacular que el Teatro Romano, la Fábrica de Salazones u otros enclaves arqueológicos de la ciudad, ayuda a estudiar las costumbres, gustos, modos de vida y otros aspectos de la cotidianidad de la antigua Gades, además, por supuesto, de ofrecer la oportunidad de contemplar “in situ” un vertedero de más de 2000 años de antigüedad.
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Fotografías: Julio González. Diario de Cádiz
